Todo empezó con un extraño mensaje binario. Decodificarlo reveló que fui contratado por extraterrestres que necesitaban un sitio web para su agencia de viajes interestelar. Tenían una petición firme: nada de nuestras tonterías terrenales sobre tecnología publicitaria.
"¿Por qué la red está tan llena de basura?" preguntaron. "Ventanas emergentes, vídeos de reproducción automática, seguimiento interminable: es como ¡Navegar por un campo minado!" No podía discutirlo. La red se había convertido en un páramo infestado de publicidad.
Su sitio fue una revelación: sin anuncios, sin ventanas emergentes, sin rastreadores. Simplemente contenido puro y sin adulterar. Se sintió como un un soplo de aire fresco, una ráfaga de radiación cósmica muy necesaria.
Quizás algún día la Tierra se dé cuenta.
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